sábado, 21 de febrero de 2015

Este blog está destinado a poner en valor la Bahía de Concepción, territorio ubicado en la región del Bio Bio, Chile. La Bahía alberga un patrimonio cultural y natural único, asociado a la pesca artesanal, el arte y el mar. Después del terremoto y maremoto que sufrimos el año 2010, sabemos que podemos reencontrarnos con la mar, como le llaman los pescadores, y aprender de ella, para nunca más darle la espalda. Esperamos contribuir a la protección y conservación de la Bahía, a través de la poesía, la fotografía y de la publicación de las actividades que estamos realizando. Esperamos contar con tus comentarios.


jueves, 19 de febrero de 2015

SEMINARIO "Imaginarios y representaciones de la Bahía de Concepción"

SEMINARIO "Imaginarios y representaciones de la Bahía de Concepción"

Escuela de Antropología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Concepción
Viernes 9 de Enero de 2015


MESA REDONDA "Visiones artísticas y escritura creativa en torno a la Bahía de Concepción".

Participantes: Arina Ojeda, Alejandra Ziebretch, Rodrio Piraces, Darwin Rodríguez, Darwin Rodríguez Suazo. Mesa organizada por Damsi Figueroa Verdugo.





En el marco de la Escuela de Verano de la Universidad de Concepción "Aguas desbordadas: responsabilidad y futuro", este seminario se orientó a compartir y retroalimentar los resultados de investigaciones realizadas en torno a las representaciones espaciales y los imaginarios de la Bahía de Concepción.

Como espacio de diálogo, se propuso abrir y profundizar en la discusión en torno a las concomitantes culturales, políticas y ambientales que inciden en las actuales condiciones de nuestros territorios, incluyendo en ello la pregunta por el agua como recurso natural multidimensional.

Este seminario reunió dos proyectos de investigación:
Proyecto Fondart 11558 “Visión integrada de la Bahía de Concepción para el fomento del turismo cultural” ha sido liderado por Noelia Figueroa, profesora colaboradora de la carrera de Antropología de la UdeC (y titulada del Magíster en Investigación Social) y por Damsi Figueroa, candidata a doctora en Literatura.

Proyecto Fondecyt 1120306, titulado “Imaginarios del Desarrollo y representaciones espaciales en el Gran Concepción: giros de la planificación urbana, post-desarrollo y elementos para una hermenéutica de (los) territorio (s)”, dirigido por el Dr. Enrique Aliste desde la Universidad de Chile, que cuenta con la participación de Noelia Carrasco, profesora de la Universidad de Concepción.


Links de páginas web
Blog: bahiadeconcepcion.blogspot.com
web: www.editorialitinerante.cl
web: http://espacioyterritorio.cl/







miércoles, 18 de febrero de 2015

Cuatro afiches y un "Cuaderno de Viaje por la Bahía", son los instrumentos de difusión de los principales resultados de la investigación "Visión integrada de la Bahía de Concepción para el fomento del turismo cultural"



Uno de los afiches, denominado Texturas, es una invitación a "oir, sentir, oler y tocar el mar", mostrando imágenes de los colores y texturas del espacio bio-cultural  "Bahía de La Concepción".




Otro de los afiches busca dar a conocer uno de los patrimonios culturales más relevantes de la Bahía: La carpintería de Ribera, oficio transmitido de generación en generación entre los pescadores artesanales y que hoy continúa vigente, tanto en la fabricación de nuevas naves como en la reparación de naves antiguas.




Los otros dos afiches son una muestra del arte presente en la Bahía: El hermoso mural de Robinson Delgado en la escuela San Francisco de Talcahuano y la Artesanía Marina desarrollada por mujeres en Caleta Tumbes. 






El cuaderno de Viaje, recorrido poético - lúdico



Es una invitación a recorrer los distintos lugares de la Bahía, a través de las caletas de pescadores, acompañados de la poesía de escritores del territorio, a quienes gentilmente regalaron un poema a esta edición. Puedes anotar tus impresiones o dibujar en él, y contiene un mapa desplegable con la localización de las caletas y lugares de importancia, junto a un sobre en la parte posterior. Se cierra con un elástico en diferentes colores, para mantener los tesoros que encuentres en la Bahía de La Concepción.


Imagen de portada: Obra de Francisco Salas, ganadora del concurso nacional "Pinceladas contra Viento y Marea" 2004, de la Municipalidad de Talcahuano.

Mapa de la Bahía de Concepción

Dibujo de Damsi Figueroa. Localización estimada.


martes, 17 de febrero de 2015

Con éxito se realizaron dos jornadas de diálogo con artistas y artesanos en torno al valor de la Bahía de La Concepción para el desarrollo sustentable del turismo cultural

Martes 30 de Julio 2013. Salón de exposiciones del Departamento de Extensión Cultural y Turismo de la Ilustre Municipalidad de Talcahuano.


En esta ocasión expusimos los fundamentos del turismo cultural y la importancia de implementar esta visión en las iniciativas turísticas de Talcahuano y de toda la Bahía de Concepción. Avanzamos también hacia la elaboración de un nuevo concepto, el turismo Biocultural. Reflexionamos sobre la importancia de trabajar en la reconstrucción inmaterial, simbólica e imaginaria de los valores culturales de la vida de la gente de mar. Talcahuano alberga lugares de gran belleza que están siendo relevados por diversos grupos comunitarios. Uniéndonos a este tipo de trabajo es que presentamos nuestro aporte. Específicamente, Editorial Itinerante, creó una muestra fotográfica, un set de cuatro póster, un cuaderno de viaje y la maqueta de un libro foto-álbum que difunden nuestra propuesta. Esta visión es indispensable para pensar el desarrollo a nivel territorial y generar en el futuro una red que fortalezca no solo la oferta turística, sino también, la identidad compartida de comunidades que conviven en un mismo territorio. A esta reunión asistieron principalmente pequeños emprendedores del puerto y de caleta Tumbes, artesanas, responsables de cocinerías, restaurantes y de lanchas de paseo.

















Jueves 25 de Julio 2013 en el salón Casa de la Cultura de la Ilustre Municipalidad de Tomé.



A este taller asistió parte importante de la comunidad cultural tomecina. Contamos con la participación de Darwin Rodríguez, Amanda Binimelis, Egor Mardones, Ricardo Mankhe, Andrea González, Francisco Quevedo, entre otras y otros. Para Editorial itinerante el diálogo que se generó fue muy enriquecedor, ya que nos permitió conocer en profundidad las diversas visiones que los artistas de Tomé han ido configurando sobre la historia y la identidad de su propia comuna. Por otra parte creemos haber comenzado a difundir una nueva visión de la Bahía como un espacio integrado, donde todas las comunas que la rodean: Talcahuano, Concepción, Penco y Tomé, comparten una historia y un destino común en torno a la enorme fuente de vida que significa este espacio marítimo conformado por una compleja geografía de marismas, playas, cerros, humedales, desembocaduras de ríos y canales. Esta bahía de enorme riqueza natural e histórica debe ser prioridad en los proyectos de conservación y promoción del patrimonio material e inmaterial. La acción de las políticas públicas en este ámbito y en sintonía con los diversos grupos de acción ciudadana, grupos culturales, artísticos, ecológicos, entre otros, logrará que la Bahía de La Concepción se potencie como un gran centro de desarrollo turístico sostenible, mejorando la vida de sus habitantes y ofreciendo al resto del país y al mundo un destino bello, por su diversidad y singularidad bio cultural.





Fotografía de I. Municipalidad de Tomé









sábado, 14 de febrero de 2015

El mar en la poesía: Alejandra Ziebretch



Dejamos con ustedes la ponencia de Alejandra Ziebretch en la mesa redonda de poetas del Seminario de la Bahía de Concepción, realizado en enero de 2015, en la Universidad de Concepción. 

Destacada poeta de Talcahuano, ha publicado "El sueño" (2009); "Florilegio" (poetas antimperialistas de América) (2003); "El juego del condenado" (2001); "Nochedumbre" (2000); "Diario de infancia" (1999); "A través del espejo" (1999); "Enrompecaída" (1996); "Dos poetas" (19994).









Hay, en la poesía, como tantos y tantas poetas lo han mencionado, la connotación elemental y primaria de la mirada que otea el mundo que circunda al/a la poeta, ese es también mi caso. Pero esta mirada sobre el territorio es una mirada que muta constantemente, conforme se transforma, en lo profundo, el ser que observa. En mi poesía, esta resonancia y repercusión del paisaje ha sido fundamental. Por una parte está el imperio de sensaciones que registro y por otra, lo que esas mismas sensaciones causan más tarde en mi interior, en mi “ser” poético, el lugar que ellas ocuparán, la forma como se disponen en el discurso poético, las prioridades que ellas adquieren, conforme transcurre y se manifiesta la urgencia del mensaje, la potencia del sentimiento que, como impulso irresistible se instala en mí. Un gran poeta chileno ha dicho: “ningún lugar está aquí o está ahí/ todo lugar es superpuesto en el espacio, todo lugar es proyectado desde dentro”. Debo decir entonces, que mi poesía es la simbiosis de ambos estados. Por una parte está el deslumbramiento ante el flujo inmenso y desmesurado del paisaje del que he vivido rodeada, lleno de inmensas corrientes marítimas que calan, sin duda alguna, en quien observa, en quien intenta ponerle palabras a esta enormidad que se nutre también de mí, pleno de deseo, de invitación y de peligro. Y está también un paisaje con estrías, con derrumbes, una ciudad que enuncia, irredenta, descaradamente, su decadencia; la pérdida de parte de esa identidad que es también la mía, y que me conformó como sujeta. Y es ahí donde la palabra poética es deseo, el deseo irreprimible de intentar recobrar un lugar que ya no es, que tiene todo para ser, pero que ha perdido los espacios y las personas que conformaron mi mundo más codiciado: el de la adolescencia, cuando las calles también las consideraba como una extensión de mi hogar y de mi misma, cuando los rostros eran tan predecibles en ciertos lugares y horas, cuando habitaba un territorio que estaba cargado de cosas que tenían que ver conmigo, que eran una prolongación de mí. Ahí mismo se instaló mi primer libro de poemas. Me convertí en un lente sobre la ciudad, en un registro donde casi no era necesario esgrimir mi presencia ni mi propia voz, porque el poema era la voz de una ciudad en la que “también”, estaba la poesía como una habitante más de esa, mi casa.

Así, puedo decir que mi poesía es un paisaje que se extiende y toca, aquí y allá, un tramo de la herida y del deseo. La herida de las transformaciones, de la pérdida, de la nostalgia por todo cuanto ya no está en mí ni en la ciudad o viceversa. Me doy a la tarea de la contemplación de este espectáculo de ver morir a las cosas o la brutal desaparición de ellas. Mi poesía es una bitácora de la catástrofe en medio del latido profundo que anuncia esa maldita costumbre de transformación que tienen todas las cosas a mis ojos, y que más tarde intentará definir la desolación de eso mismo, la pérdida de la ciudad como cobijo. Sin embargo, está palabra que se nutre de una incesante observación del paso de la vida, también es irrenunciable ante la fuerza imperiosa de los sentidos y todas sus posibilidades: el trayecto del dolor al goce en una geografía marítima, por ejemplo, porque el mar, como el deseo, son impulsos dentro de la que escribe, impulsos de vida, porque todo acá se recoge y parece que ya lo perdimos, pero es lo único que siempre vuelve con su ímpetu imperturbable, en su vaivén infinito, como el deseo mismo. Mar y deseo, regeneración perpetua, impulso para la voyerista incansable. Por otra parte está el clima, la neblina aterradora que cubre la ciudad en otoño y la vuelve imprecisa, deforme, amenazante, casi inaprensible, como es a veces el proceso creativo. En este pavor de perdernos, se sitúa otra arista de mi poesía, en los seres que son arrancados de lo predecible a lo incierto, donde el entorno es entonces y nuevamente para mí, un símil de la vida, donde los hombres y mujeres se abrazan por el miedo a la tempestad que vendrá y al delirio de lo inabarcable, de lo difuso, de nuestras propias confusiones. Y las noches con su deliro y su pobreza, con su goce transitorio, con sus putas y sus niños mendicantes, con sus delirios y sus marineros de paso, como flash back que apenas logro asir con las palabras. Aquí la escritura es desde el subsuelo, desde la cara trasnochada de una ciudad donde se transan los bienes carnales, donde escribir es un intento apenas por abarcar el todo. El lugar que habito está poblado de mis palabras y es mi refugio, quizás el único que cuente al final de los días, el que cargo aun sin estar en él, y al que siempre vuelvo como al lecho apreciado en el que yacemos para dormir o llorar o hacer el amor. 

Mis palabras son salinas y ásperas como las manos de las mariscadoras y ardientes e impertinentes a ratos como los lobos marinos que nos salen al encuentro en plena avenida. Son tristes como los cementerios sin cuerpos, como la depredación del paisaje, desoladas como territorio devastado por un terremoto, como barco sediento en medio de la plaza pública. Desarmadas como árbol cortado, incomprensibles como avenidas de palmeras tropicales amarillentas en un puerto. Sin certeza como los techos de las casitas en los cerros o la sobrevivencia de una puta inmigrante en las calles, congelada de frío y de tristeza. Como el convite del cuerpo que no entiende qué es el goce, que no sabe sino albergar hijos para que multipliquen la pobreza. Como ser pobre en los cerros, oteando un horizonte que nada significa para una madre. Como dar los primeros pasos en una lanchita pequeña y luego creerse amo del mar y desaparecer creyéndolo, entre el alcohol y la esperanza. Ese es el cuerpo poético, y siempre político que construyo, en la soledad de una habitación, o de la casa más oculta que es la poesía, donde siempre, siempre, la vida lleva y trae su fluir desde la memoria a la página, desbordante y nocturna, como las mareas.

miércoles, 4 de febrero de 2015

El mar en la poesía: Darwin Rodríquez Suazo



Continuamos con las y los escritores antologados en el "Cuaderno de Viaje de La Bahía de La Concepción" y que participaron en la Mesa Redonda del Seminario sobre la Bahía en la Universidad de Concepción.

Presentamos a Darwin Rodríguez Suazo, escritor, estudiante de sociología y editor de Al Aire Libro editorial de Tomé. Ha publicado con esta editorial el libro "Timbira", en el año 2013.




A Ellos, a Ellas


Por qué dedico esta cosa a los hombres y mujeres muertos en el fragor del vino, que son puros huesos, ay de nosotros. Tal vez por ese tiempo grisáceo, donde nadie recuerda una hebra de sol librándose entre las hojas, ese tiempo sin trabajo, sin certezas, tiempo de allanamientos, de masacres, de despojo descomunal ominoso y perverso. Esos días que cierran las fábricas, ustedes saben, y el vino ampara a los desposeídos. Y lo hace desde su poder onírico, transfigurando las desgracias, la desidia, emergiendo una vida cansina, un cojeo del pueblo entero que no sabe de horizontes, que no es capaz de ver más allá de la sombra de sus propias pestañas sobre sus ojos. Una miopía exacerbada por el gris inacabable, de un millón de días, aplastante, como una neblina que mueve pequeñas agujas que al final dan sed y más sed y nada más que sed. Ese tiempo los enclaustró, a ellos, a ellas, en los abismos astrales y ancestrales de la apatía. Y salvo Pisan, nadie dijo nada. Nadie advirtió lo nuevo de la situación, la pesadumbre, la agonía. Pareció venir desde atrás, muy atrás, desde la antiguedad primigenia, que nunca nació, o nació antigua y por eso no se nota sino hasta que las propias moscas ennegrecen la ya negra atmosfera de golpes, llantos, de nuestra consagrada capacidad de captar el fondo de los vasos y ver allí nuestras familias en llamas.

El vino fue redención y fue esperanza. Fue fecundo. Enaltecidos quienes oyeron y dijeron "carnaval" dentro de cualquier bodega. Ellos no mentían. Ellas seguían aquí. El carnaval eran ellos en cada traqueteo de güergüeros, en todos y cada uno de los vasos limpiados por un paño viejo, la cosa más pobremente estoica, estacionaria, inevitablemente infertil. Y el carnaval ocurría. Masticaban vino, meaban vino, mutilaban vino, el vino maldito los hizo danzar el carnaval inefable del trasfondo de los cerebros conservados en vino rojo. Soñaban vino. Soñaban un tonel inmenso que todos limpiaban con escobas. Estrujaban las escobas en sus bocas y sudaban el vino llenando el tonel otra vez, otra vez, otra vez. Soñaban trabajando en la fábrica. El estruendo se oye y la fábrica se llena de vino espeso que parece sangre. Pero no se ahogan. Siguen trabajando flotando en el vino. Dando bocaradas cada tanto. Moviéndose l e n t o s. Inhumanos, con los ojos profundamente blancos.

Si tuviera que elegir un tiempo para morir. No elegiría ese. Cada día debemos reclinar nuestra cabezas y dar gracias a ellos, a ellas, que soportaron sobre sus cuerpos ese tiempo aciago. Que supieron sostener la eternidad. Fueron como campesinos medievales. Un millón de años empujando la carreta. Un millón de años labrando la ceniza y el polvo. Un millón de años creyendo que el magma de la tierra era vino hirviendo y que su vapor emanando del suelo era cuanto Dios podía darles. Porque hasta él parecía estar falto de hálito. Consumido en el sopor de la borrachera, dando la venia con su mano regordeta a los alacranes que ni siquiera hacían el esfuerzo de ocultar sus corvos goteando sangre.

Cada día debemos recordar un par de pies gangrenosos. Llenos de óxido de tren abandonado. Yo conocí una vez un par de pies gangrenosos. Habían sido pies de arquero de fútbol. Habían volado y de pronto se anclaron al suelo. Alguien apareció y los clavó. Y les roció vino y únicamente el vino podía moverlos. Eso es una maldición y el maldito no es culpable.

No nos olvidemos de ellos, de ellas. Que repetían día tras día la pena de lavarse la cara y no verse en ningún espejo. Inclusive los rostros de las monedas eludian, pues eran más expresivos que los suyos, ¡cómo juzgarles! ¡cómo condenar un espíritu enfermizo! ¡unos pies gangrenosos que sostenían apenas una sombra. Que soñaban y veían el propio cuerpo que duerme!

-¿Y cómo lo aguantas?

-A la manera Collins, tío. Fantasía y Vino.

Quizás así habría respondido Pisan. Parafraseando a quién sabe quién. Pero nadie le preguntó. Y se mató. Y en su tumba y en la tumba de todos ellos, y ellas, habría escrito Kazantzakis:

"El nombre de este hermoso jóven

estaba escrito en la nieve;

al salir el sol, la nieve se derritió

y arrastró el nombre sobre las aguas."