martes, 9 de abril de 2013

Reencuentro con La Mar






 La Bahía de Concepción localizada a 36° 40’ S 73° 02’ N, pertenece al sistema de bahías de la región del Bio Bio, Chile, siendo la bahía de mayor tamaño con 170 km2 de área. Se configura como un paisaje claramente definido por su ecología, pero que ha sufrido importantes transformaciones en corto tiempo, fundamentalmente derivadas de la acción antrópica, poniendo en riesgo sus recursos naturales. En la actualidad se configura como un espacio geográfico relevante para el estudio de eventos geofísicos, en materia de riesgos naturales, principalmente a partir del terremoto y maremoto de 2010; y como zona de protección del borde costero.
Como  hito oceanográfico, en ella confluyen variedad de efluentes (naturales y artificiales), estuarios, deltas y marismas, junto a diversas especies de flora y fauna marinas, anidados por una emergente cordillera de la costa, con cerros cubiertos de bosques y playas donde se han instalado asentamientos humanos a lo largo de la historia.







                  










Los Lafkenche, identidad territorial del pueblo mapuche originario de Chile ; gente de mar en la región, mantienen en la memoria y en la oralitura, el mito de origen de Kai Kai y Xen Xen, que relata cómo la serpiente del mar Kai Kai y la serpiente de la tierra Xen Xen configuraron un orden, que implicó la emergencia de la cordillera de la Costa hace millones de años.




En la actualidad se encuentran a lo largo de la Bahía asentamientos llamados Caletas, donde familias y comunidades se dedican a la pesca artesanal, la recolección, la fabricación de embarcaciones y la gastronomía, entre otras actividades, siempre en contacto con la ciudad.

Las caletas de pescadores que existen alrededor de la bahía son 17 y sostienen una identidad local arraigada que forma parte de la identidad regional.



Para los pescadores artesanales de las localidades de la octava región, el mar es mujer, esposa y madre. Hablan del mar como de la madre nutricia que les da el sustento, que les da la vida, pero que también la quita. Que en su rol de mujer cela al pescador artesanal y no acepta que sus esposas entren al bote a trabajar con los hombres. Porque son “sus hombres” (…) La mar reacciona negativamente frente a la ambición, a las actitudes temerarias o ambiciosas.

En sus conversaciones surge siempre la idea de que “la mar” es sagrada, ‘es ella la que nos provee, hay que ser respetuosos, hay que temerla y no abusar de ella, hay que referirse a ella en buenos términos’” (Recaceno, 2003; pp. 34-35)