La
Bahía de Concepción localizada a 36° 40’ S 73° 02’ N, pertenece al sistema de bahías de la
región del Bio Bio, Chile, siendo la bahía de mayor tamaño con 170 km2 de
área. Se
configura como un paisaje claramente definido por su ecología, pero que ha
sufrido importantes transformaciones en corto tiempo, fundamentalmente
derivadas de la acción antrópica, poniendo en riesgo sus recursos naturales. En
la actualidad se configura como un espacio geográfico relevante para el estudio
de eventos geofísicos, en materia de riesgos naturales,
principalmente a partir del terremoto y maremoto de 2010; y como zona de
protección del borde costero.
Como hito oceanográfico, en ella confluyen
variedad de efluentes (naturales y
artificiales),
estuarios, deltas y marismas, junto a diversas especies de flora y fauna
marinas, anidados por una emergente cordillera de la costa, con cerros
cubiertos de bosques y playas donde se han instalado asentamientos humanos a lo
largo de la historia.
Los Lafkenche, identidad territorial del
pueblo mapuche originario de Chile ; gente de mar en la
región, mantienen en la memoria y en la oralitura, el mito
de origen de Kai Kai y Xen Xen, que relata cómo la serpiente del mar Kai Kai y
la serpiente de la tierra Xen Xen configuraron un orden, que implicó la
emergencia de la cordillera de la Costa hace millones de años.
En la actualidad se encuentran a lo largo de la Bahía asentamientos
llamados Caletas, donde familias y comunidades se dedican a la pesca artesanal,
la recolección, la fabricación de embarcaciones y la gastronomía, entre otras
actividades, siempre en contacto con la ciudad.
Las
caletas de pescadores que existen alrededor de la bahía son 17 y sostienen una identidad local arraigada que forma parte
de la identidad regional.
“Para
los pescadores artesanales de las localidades de la octava región, el mar es
mujer, esposa y madre. Hablan del mar como de la madre nutricia que les da el
sustento, que les da la vida, pero que también la quita. Que en su rol de mujer
cela al pescador artesanal y no acepta que sus esposas entren al bote a
trabajar con los hombres. Porque son “sus hombres” (…) La mar reacciona negativamente
frente a la ambición, a las actitudes temerarias o ambiciosas.
En
sus conversaciones surge siempre la idea de que “la mar” es sagrada, ‘es ella
la que nos provee, hay que ser respetuosos, hay que temerla y no abusar de
ella, hay que referirse a ella en buenos términos’” (Recaceno, 2003; pp. 34-35)